Origami

El antiguo arte japonés del origami permite al niño aprender diferentes habilidades tanto manuales como cognitivas. Ya a principios del siglo XIX el pedagogo alemán Friedrich Fröbel reconoció su validez en el ámbito educativo hasta el punto de incluirlo entre las actividades de su Kindergarten.
Por un lado, la precisión, la calma y la paciencia acompañan el descubrimiento de un espíritu meditativo; por otro, la manualidad de las plegarias introduce de manera lúdica el aspecto didáctico de familiarización con las figuras geométricas.
En los días sombríos de invierno es la medicina ideal para curar la inevitable frustración de los niños de no poder jugar al aire libre y para llevarlos igualmente a una colección de satisfecha serenidad.

Desarrollo

1) Teoría

En esta primera parte describiremos qué es un origami, cómo se realiza y cuáles son los diferentes tipos de papel que se pueden utilizar. Acompañaremos la presentación discursiva con ejemplos de origami para proporcionar a los niños un abanico de posibles sujetos que podrán realizar en breve.

2) Practica

Partiendo de objetivos simples (pez, pato, gato, perro, corazón) se procederá con la necesaria calma a aprender las flexiones y, según la edad y los deseos de los participantes, a dedicarse a temas más elaborados.
En esta etapa, la presencia de un fondo musical puede ser un apoyo armonioso. En mi experiencia, las sinfonías o las sonatas de piano de Mozart son un seguro éxito.

3) Afabulación

Dando vida a diferentes personajes queda el espacio para la fantasía de inventar historias en las que las creaciones de los niños se convierten en los protagonistas.
Escenificando episodios de su vida cotidiana y compartiéndolos con los demás se invita así a los niños a expresar instancias y elementos de su mundo emocional e interior.