Digamos que yo era…

¿Por qué el teatro es bueno para los niños?

He comprobado por experiencia personal que hacer y vivir el teatro da una luz particular a los niños, es una actividad increíblemente generosa de estímulos en diversos ámbitos:

1. Enseña a conocer y expresar las emociones y permite aprender a manejarlas de manera más equilibrada dejándolas fluir a través del juego y la diversión en el contenedor protegido que es el grupo
2. Aumenta la autoestima. Nada como un aplauso ayuda a superar la timidez natural, especialmente en los niños
3. Enseña a estar con los demás. En el grupo es fundamental saber escuchar y respetar a los demás, del mismo modo que uno se siente escuchado y respetado
4. Enseña a utilizar el propio cuerpo dentro de un espacio tanto físico como expresivo. La conciencia de los propios movimientos corresponde a una mayor gestión del espacio escénico.
5. Permite a cada uno expresar su creatividad e imaginación, es un excelente ejercicio para ayudar a los niños a descubrir su individualidad y la necesidad de expresarla.

Desarrollo

En este tipo de taller cada niño es invitado a elegir su propio personaje y a transformarse en él apoyado por la inocente magia de un poco de maquillaje y un disfraz. Por turnos y frente a los otros invitados, cada niño interpretará la historia en la que decidió identificarse devolviendo la vida disfrazada al juego fantástico por excelencia de la primera infancia «Digamos que yo era…».
Es una oportunidad encantadora en la que los niños pueden confrontarse sin presiones con el escenario, el público, la actuación y el exponerse en un ambiente lúdico y divertido.